Pongámonos en contexto y hablemos de:
- El desafío al que todos nos enfrentamos como sociedad.
- El papel de las empresas ante este desafío.
- El liderazgo de las personas que tienen el privilegio y la responsabilidad de dirigir una compañía o una organización, y, por lo tanto, ese desafío convertido en liderazgo.
- ¿Cómo creemos que podemos acelerar el curso normal de la historia haciendo que este liderazgo se mejore para que las cosas sean cada vez mejores?
Desde nuestra óptica de modernidad euro-occidental, de alguna manera somos conscientes de que nuestro modelo, aquel que tanto confort nos ha generado, aquel en el que hemos alojado seguramente el mejor modelo de bienestar y de convivencia -entendiendo por convivencia Democracia y bienandanza social- está chocando con los límites del planeta. En 25 años, se calcula, habrá 200 millones de migrantes climáticos, por efecto del cambio en el medioambiente, que se sumarán a toda la cantidad de migrantes que ya hay como resultado de conflictos mundiales e incertidumbres geopolíticas.
Por otra parte, en todo ese mundo y ese panorama tremendamente inquietante, hay razones sobradas para el optimismo. En muy poco tiempo 700 millones de personas han salido del umbral de pobreza, a pesar de que el umbral de pobreza, la consideración estadística, ha mejorado. Pero a la vez ha aumentado la desigualdad como elemento generador de tensión en casi todas las sociedades. Cada sociedad, cada país, cada región, es un desafío global.
Pero, ¿cuál es el papel de las empresas?
Tenemos un desafío colectivo, que requiere de los esfuerzos, sostenidos y permanentes, de instituciones, de individuos y de gobiernos. El papel de las empresas es fundamental para el progreso económico y el progreso social. En la medida en que la velocidad de cambio se ha ido incrementando, el papel de las empresas es mayor. Su responsabilidad es mayor porque seguramente son los entes que, en términos darwinianos, tienen mayor capacidad de adaptación, mayor capacidad de flexibilidad, mayor capacidad de reacción. Las empresas han comprendido la crisis, se han adaptado a ella, han sido capaces de innovar y han sido capaces de exportar. Han sabido entender que el mundo es otro y que tienen que salir adelante. La empresa, lo primero que tiene que hacer es hacer bien lo que hace.
Estamos hablando de inteligencia aplicada al mundo de los negocios. La empresa ha comprendido que su campo de actuación es más amplio en número de stakeholders, en campo de juego, en campo temporal, en campo de impacto. Por eso, la responsabilidad social también se ha ido adaptando y de empezar a ser de algo que, digamos, minimizaba una serie de efectos negativos o colaterales, pasando por trabajar en los riesgos, ha ido centrándose y evolucionando a estar cada vez más cerca de lo que es la pura estrategia de una compañía y acabar en lo que es creación de Valor Compartido. Es la máxima de siempre, que si hay algo rentable en el mundo, algo inteligente, es la generosidad.
En esta evolución hemos aprendido que el ejercicio de prácticas responsables, en cercanía con la estrategia de la compañía, constituye, en su conjunto, un motor de progreso social y económico. Y una sociedad y una economía que es más sostenible y más integradora. Que la colaboración es sumamente importante en un mundo tremendamente interrelacionado. Y que la involucración de la dirección es fundamental. La adopción de un liderazgo tiene que ver con la conexión, con las personas, con los equipos, con la capacidad de invitar a un viaje para un futuro distinto, más prometedor y deseable por todos.
Hablemos de la contribución de SERES
La ambición de SERES es tejer esa red entre sociedad y empresa. Somos más de 130 compañías unidas porque entendemos que el valor compartido es la esencia de nuestras acciones. Involucramos a la Alta Dirección para que la Responsabilidad Social esté presente en la estrategia de la compañía. Cooperamos; nos juntamos por una vocación transformadora de querer ser un catalizador de un cambio. Medimos los esfuerzos en lo intangible a través de la elaboración de herramientas. Innovamos en compromiso social para acercarnos a campos inexplorados. En cierta manera, nuestra misión es provocar salir de la zona de confort, pensando que hay que hacer más cosas de impacto; más cosas de compromiso social porque esto revierte en la compañía.
Entendemos la perspectiva de la empresa, esa responsabilidad social, que al final es una licencia para operar porque el mundo quiere que tú existas y te tienes que ganar cada día ese derecho. Compartimos la importancia del creciente número de grupos de interés, de los empleados, del orgullo de pertenencia. Nos comprometemos con el nivel de exigencia ética, que es irrenunciable. Entendemos que afortunadamente este mundo se ha vuelto exigente también desde el punto de vista de ciudadanos, de consumidores, de clientes y de empleados a los que queremos con nosotros.
En definitiva, explorar nuevas maneras de hacer.